sust. masc.
1) Calidad de moderno.
2) Afición excesiva a las cosas modernas, especialmente en artes, literatura y religión.
3) Denominación con la que se conoce un movimiento artístico que entre finales del siglo XIX y los inicios del XX, incidió ampliamente en la arquitectura y en las artes decorativas de toda Europa y en Estados Unidos. Su difusión hay que buscarlas en el ambiente de renovación cultural que siguió a la industrialización. Publicaciones, muestras, conferencias y las grandes exposiciones internacionales favorecieron la difusión de las innovaciones técnicas sentando las bases para la creación de un estilo unitario, que se llamó floral o liberty en Italia, modern style en Gran Bretaña, art nouveau en Francia, etc. Nacido como reacción polémica contra el academicismo del XIX, el movimiento rechaza todos los estilos históricos del pasado y busca sus fuentes de inspiración en la naturaleza. Entre los pintores representativos de esta tendencia cabe mencionar a F. Khnopff, Aubrey Beardsley, J. Toorop, etc. Es en el campo de la arquitectura y de las artes aplicadas, donde el modernismo alcanza sus resultados más innovadores. Contra la decadencia del gusto que afectaba las artes aplicadas ya se habían rebelado en Inglaterra, William Morris y el movimiento Arts and Crafts. Los exponentes del modernismo no eran inicialmente hostiles a la producción mecanizada en serie y estudiaron las posibilidades puestas al alcance de la arquitectura por los nuevos materiales (hierro, vidrio, cemento), característicos de la producción industrial. En realidad los objetos diseñados según el nuevo estilo eran tan ricos en materiales y tan caprichosos en sus formas que no podían ser producidos sino mediante técnicas artesanales y, por tanto, con elevados costes. Del mismo modo, en arquitectura, el principio del proyecto global y el empleo de los nuevos materiales constituyen los inevitables presupuestos del Movimiento moderno. Se obtuvo resultados en los países del este europeo ligados a la cultura austriaca (Checoslovaquia, Hungría, etc.) y llegó hasta Rusia; se crearon islas autónomas (Holanda) y áreas de difusión provincial. El desarrollo más orgánico y coherente tuvo lugar en los países de Europa continental, en el período de tiempo comprendido entre 1890 aproximadamente y la I Guerra Mundial. Sus principales centros estaban en Francia, Bélgica y Alemania. En Bruselas, en 1893, Victor Horta, consiguió en la ejecución de la casa de la calle Turín la más perfecta expresión arquitectónica del nuevo estilo. También en Bélgica, Henry van de Velde llevó a las artes aplicadas los ideales formales de la nueva pintura, diseñando tapicerías, brocados y decoraciones para libros y muebles. En Alemania O. Eckmann y H. Obrist trabajaron en la dirección de Vande Velde, utilizando motivos ornamentales naturalistas. En Austria entre los exponentes más importantes, cabe recordar a los arquitectos Joseph Olbrich, autor del Palacio de la Secesión (1898) en Viena, y a J. Hoffmann, autor del Palacio Stoclet (1905-11) en Bruselas. En Francia el arquitecto más importante fue H. Guimard, autor de las célebres estaciones del metro de París (1900). En España las manifestaciones se concentran en Cataluña donde sobresale la original personalidad de A. Gaudi. Junto a él deben considerarse a Ll. Domenech. En las artes decorativas destacan las joyas de Ll.Masriera y los muebles de G. Homar. El escocés Charles Rennie Mackintosh, se encuentra entre los artistas más originales del movimiento, a cuyas posiciones se aproximó a través de los ejemplos belgas a los que a su vez influenció notablemente.
4) Movimiento religioso de final del siglo XIX y comienzos del XX que pretendió poner de acuerdo la doctrina cristiana con la filosofía y la ciencia de la época, en especial el intuicionismo, el pragmatismo y la nueva exégesis bíblica, y favoreció la interpretación subjetiva, sentimental e histórica de muchos contenidos religiosos. Fue condenado por Pío X en la encíclica Pascendi (1907).
5) Movimiento literario que en Hispanoamérica y en España, entre finales del siglo XIX y principios del XX, se caracterizó por una voluntad de independencia artística; la creación de un mundo ideal de refinamientos; innovación del lenguaje, especialmente rítmicas, y una sensibilidad abierta a diversas culturas, sobre todo a la francesa.